Un repaso por el protocolo del club para evitar romper con el distanciamiento entre jugadores.

Comenzó la actividad en Boca después de casi cinco meses y el objetivo ahora es doble. Por un lado, intentar poner a punto a los jugadores en el corto tiempo que queda antes de que se reanude la Copa Libertadores. Por otro, evitar que se rompa el distanciamiento y haya un brote de contagios en el equipo.

Por eso, el club siguió varias medidas protocolares para minimizar los riesgos. En primera medida, los futbolistas trabajaron divididos en seis grupos y entrenaron en dos turnos: el primero de 9 a 11 y el otro de 11 a 13.

Miguel Ángel Russo siguió la actividad pero desde lejos. El DT se ubicó en una de las oficinas del Centro de Entrenamiento de Ezeiza y desde ahí vio el trabajo de sus dirigidos, que se repartieron en tres canchas.

Cada jugador tiene su gazebo, con elementos personales. Hay tres vestuarios a disposición pero la idea es no utilizarlos y dejarlos para casos de emergencia. Una vez finalizada la práctica, se desinfectó cada zona utilizada. Los futbolistas llegarán en vehículos particulares separados y se les tomará la temperatura al ingresar al predio. Esta rutina se repetirá durante dos semanas.