Boca Juniors se midió ante Quilmes en La Bombonera donde lo derrotó por 2 a 1. La delantera Xeneize brilló con su gran nivel de juego, sumado al del resto del equipo. Volvió Carlitos. Volvió la magia, el fútbol, y aparecieron los demás. Volvió el que nunca se fue, pero renacieron los que en verdad nunca se habían ido. Volvieron todos, como Boca a la punta. Volvió La Bombonera. Volvió Tevez, Calleri y Palacios. Que nunca estuvieron juntos, pero parecía que se conocían de memoria. Y todavía falta el talento innato de Nicolás Lodeiro, el ex 10. El retorno del jugador del pueblo fue el foco de atención del partido. Sin embargo, abrió más. Porque La Boca fue una fiesta, y todos fueron partícipes. Hasta el Cata Díaz, que casi marca con una insólita chilena. El recibimiento y la expectativa se creó por uno, pero se los elogios se lo llevaron varios. Se lo da la rabona fenomenal de Calleri, el caño de Bentancur, la visión de Pablo Pérez o el atrevimiento de Palacios. Las dudas en la delantera con la llegada de Carlitos eran incansables. Que el Vasco pondría un 4-3-1-2, que conservaría el 4-3-3, etc. Que si llegaría Lodeiro para ser titular, que si Osvaldo seguiría para entrar por el ex All Boys, etc. Pero Arruabarrena llegó al partido de hoy con lo que tenía y puso lo que creyó mejor: Tevez libre como un enganche, con Calleri y Palacios más adelantados, a veces tirándose por las bandas. No podría haber salido mejor. Redondo. Un nivel alto de los tres delanteros fue el fundamento principal de la victoria xeneize. Fue Carlitos el que primero se animó y tiró lujos por doquier; un globito en su segunda pelota que tocó en la nueva Era, un amague que rompe defensas, un taco, y dos disparos en el complemento que escaseaban en el fútbol argentino, bien fuerte y ubicado, que el poste y el arquero evitaron. Pero sus compañeros de dupla no se querían quedar atrás. De hecho, los goles vinieron de ahí. De la astucia de Palacios, que volvió al club tras un préstamo en Unión como uno de los suplentes y hoy es una alternativa de lujo para el DT: con una guapeza similar a la de Carlitos en sus primeros años, con ese andar con la pelota imposible de adivinar, y una intuición sobre lo que eran sus compañeros, buscando esa pelota entre líneas para romper el cero. El otro fue Calleri. Que no bastan más líneas que un video sobre el segundo gol. De contraataque y con la combinación de la delantera en lo máximo de su esplendor; pase en profundidad de Palacios para dejarlo mano a mano, más compañerismo de Calleri para querer cedérselo a Tevez, que quería su gol. Pero el destino le dio un guiño a quien viste la 27. “No, tenés que hacerlo vos, Jonathan” y la pelota le llegó devuelta a sus pies. A su izquierdo, el inhábil, así que la picó con una hermosa rabona inolvidable para todos los que recordarán este encuentro como la vuelta de Carlitos. Aunque también será el partido de la rabona de Calleri, el de la primera rabona de la historia de Boca en La Bombonera. Vaya a saber qué fue lo que incentivó a los delanteros del Xeneize, además de siempre vestir la azul y oro. Será la vuelta de Tevez, el clima del estadio, el presente del club. El puntero sigue bien adelante, con ayuda, justamente, de los de adelante. Volvió Carlitos, pero no vino solo: llegó el fútbol.]]>