En el debut de Abel Alves, Boca fue un equipo más ordenado del mediocampo hacia atrás y, aunque le faltó creatividad arriba, es un buen indicio.

El segundo superclásico del año no pudo ser victoria ni en los penales, pero el rendimiento de Boca en general fue bastante mejor que en los juegos anteriores.

Si bien siempre hay que ganar, y más contra River, Abel Alves entendió que no era necesario desesperarse e ir ciegamente al ataque. El equipo fue más aguerrido que el miércoles pasado, con un mediocampo que, sobre todo en el primer tiempo, contuvo los ataques del rival y así quedó disimulada la fragilidad defensiva.

Ariel Rosada se destacó en la primera mitad acompañado por Cristian Erbes en el quite y la distribución. De esta manera no se vio obligado a cometer tanta cantidad de infracciones como en juegos anteriores.

Por su parte, Gary Medel también se mostró como alternativa. Colaboró tanto en ataque como en defensa y fue otro de los puntos altos por su despliegue y esfuerzo.

El problema estaba a la hora de atacar, porque sin un armador no hubo la suficiente conexión entre volantes y delanteros. Fue escasa la participación de Pablo Mouche en ese sentido y Lucas Viatri no tuvo ocasiones, salvo una que acabó adentro.

Lamentablemente, a Boca le sigue costando mantener un rendimiento aceptable durante 90 minutos y en el segundo tiempo las cosas cambiaron. Sin estar siquiera cerca del penoso rendimiento del partido anterior, los volantes ya no estuvieron tan firmes en las marcas y allí se notó la debilidad, en especial, de Julio César Cáceres. Esto permitió el empate de Gustavo Bou.

A pesar de que se desdibujó en el complemento, el rendimiento de este encuentro genera un poco más de expectativa a una semana del comienzo del campeonato.