En esta sección les presentaremos una serie de escritos que reflejan la pasión por Boca Juniors. En esta entrega, la previa a un Superclásico.

No hay caso.

Uno escucha Piero, Ismael Serrano, alguna bossa nova, algo tranquilo para entrar en ese estado. Se pone a leer Mafalda, para poder reírse en miércoles, ve videos de Capusotto para que el jueves sonría, pero no. Desde el domingo anterior, en que en el colectivo de vuelta de un Encuentro de Comunicación en Uruguay, donde Boca fue tema de charla los nervios están… En donde Boquita, como siempre quita dos o tres horas de sueño, en la ruta. Donde acapara y se acapara la atención por la locura que significa ser bostero. Donde uno no hace más que hablar de amor, por amor, preso del amor. Donde uno se da cuenta que no quiere ningún tipo de libertad, si los barrotes de la celda son azules y amarillos.

Hemos ido en busca de la paz con temas de Gustavo Cerati. El Amor Amarillo, no hace más que decirnos cuál es la franja que cruza horizontalmente el pecho. Bocanada no es más que un respiro que queremos tomar a esta altura del año. Calendario anual esquivo, con gentes que se olvidan de lo que estamos padeciendo. Con el que nos quemó en la hoguera que debía ser para ellos. Con directivos que quieren tapar soles con un dedo. Y ni el dedo, tienen de Boca.

El placer no existe en estos días previos. Queremos que sea lunes. Un truco de magia que nos haga trascender el tiempo, y que como Román desea que el comienzo de la semana próxima “no haya camisetas de ellos”. Ni The Beatles, ni Luis Alberto Spinetta, ninguno puede sacarnos la idea de la cabeza. Menos cuando vamos a dormir y Alejandro Dolina, asegura que “La Venganza será terrible”. Entonces uno cree, o lo desea. Tal vez lo quería antes. Los golpes de los últimos tiempos, hasta machacaron el alma, la confianza, la ilusión… Pero quiere que pase. Necesitamos que una venga para nuestro lado.

Así andamos estos días. Ni música que pueda convencernos de que en la semana pueden pasar cosas interesantes, disfrutarse otras cosas. Encima el domingo no estarán nuestras voces. Será un monólogo de mala calidad, en el frío ajeno. Las miles de gargantas, que generan la mejor música para los oídos estarán frente al televisor, o pendientes de ser el eco de una radio portátil. No hay nada más injusto, que estas horas previas.

No hay caso.

Por más que intentemos y hagamos lo posible, estamos jugando el partido mucho antes. Uno de los primos/hijos se acerca y carga. Total, si pierden no les importa. O es en menor medida, entonces ahí hay que pararse y hacerle entender como es la historia. Y los jugadores en la cancha también. Que se contagien como lo estamos afuera. Que hagan una revolución de amor. Sí, al igual que el “Che” Guevara, corremos el riesgo de parecer ridículo, pero quien sea revolucionario debe estar guiado por esos sentimientos. Como nosotros afuera. Como los miles en otras provincias, como los millones en todo el país. Se necesita un poco más de bosteridad. Porque no hay nada peor que nos ganen a lo Boca.

Eduardo Galeano viene siempre al rescate. El Libro de los Abrazos, es el deseo del domingo. De estar hechos uno azul y oro frente a tanta adversidad, más allá de pelear el torneo. Con amigos o desconocidos en un bar. Pero darle en las bolas a la desgracia. Que estamos acostumbrados a eso, más que nadie. Que debemos refrescar la memoria, contra los que no la tienen. Los que se tratan de olvidar de todo y más.

El uruguayo también sale al cruce con el que tengo en el placard. Pero él sí lo era, andaba tranquilo, vivía en el “paisito” porque podía caminar tranquilo en la Rambla. Pero yo no. Por más que estuviese en un mar, El Fútbol a Sol y a Sombra, yo le saldría al cruce.

Porque estos días así estamos con Boca y por Boca. A sol y a sombra. En las ciudades más pobladas, y en los lugares más desérticos. En las playas y montañas. En cualquier barrio y en el Barrio. Estamos deseando que pase allá, lo que pasa en nuestras tierras. Eso que el autor definió tan bien: “En la Bombonera de Buenos Aires, trepidan tambores de hace medio siglo”, para asegurar que siempre tiene cosa para decir. Para vivir.

No hay caso.

En Buenos Aires 2001, Serrano canta “Hoy Boca gana” y esa tranquilidad intranquila, vuelve. La canto y la canto, deseando que sea aplicable al domingo. Para que el lunes, sean nuestras camisetas que estén dando vueltas por las calles. Como siempre, pero más felices.