En esta sección les presentaremos una serie de escritos que reflejan la pasión por Boca Juniors. En esta entrega, las sensaciones del triunfo ante Capiatá. Hacía dos años que no iba al bar de Córdoba, donde la Agrupación local se junta. Donde Los Bosteros de la Docta
acostumbran a mostrar fiesta. Muchas veces los nervios juegan malas pasadas, entonces uno decide quedarse solo para viajar con la mente a la cancha. No porque no se quiera compartir el momento, sino por el simple hecho de evitar que ante tanta música, duela más no estar en La Bombonera. Córdoba es Xeneize y así lo refleja el nombre de este grupo de personas, que fecha a fecha llega con las banderas y los bombos. Con las gargantas acostumbradas de tanto cantar pero que la fuerza de siempre. Luego de un tiempo largo, algo me decía que tenía que volver. Los 90’ El bar donde todo fue azul y oro se llama Nikky. Pero antes se llamaba Ira
. Y creo que por eso volví. Necesitaba una dosis de Boca, de esas que te podes dar en cantidades más grandes, cuando estas piel a piel con uno que siente lo mismo que vos. Todo lo que se había hablado entresemana alimentaba esa ira. Esas ganas de que se ganara. No importaba que fuese Capiatá, había que ganar. Porque los anti –Boca se frotaban las manos, y estaban buscando imágenes para cargarnos. La bandera gigante que colgaba en la entrada, era la mejor bienvenida. Lo que se escuchaba desde adentro, la mejor carta de presentación. Pero estar a horas de entregar la Tesis de la Carrera, no era una combinación perfecta. Sobre todo, si teníamos ese presentimiento de que íbamos a sufrir. No hacía falta escuchar los relatos. La popular de la cancha se había mudado a Nueva Córdoba. Ahí, en un bar que siempre está a oscuras, pero que se vio iluminado una vez más por ellos. Ellos comandados por Tato, que no dejan de alentar. Que son acompañados por la trompeta de Franco. Él marca el ritmo y los temas venideros. De golpe uno empieza a ver a nenes y nenas, muy chicos. Entonces se va sintiendo mejor. Porque estamos en familia. El entretiempo aumenta la ansiedad. El calor agobia. La vereda es copada por una cantidad de ilusionados, que están implorando pasar esta llave. Porque se necesita una alegría. Porque esta hinchada, se merece ser campeón.
Ahí nomás, la charla con Paulita. Personaje, que usa diminutivo para disimular. Es tan bostera y es tan grande esta hincha de Boca, que hasta parece una ironía su apodo. Ella también será comunicadora, pero no sólo eso, ella juega para el equipo de Comunicación. Si fuese hombre, ya estaría en la Primera de Boca. Porque le sobran ovarios y amor por la camiseta. Ella dice la palabra maldita: tesis. Ella hará una sobre los cantos xenófobos del fútbol. Interesante, y necesario. Pero lo urgente le gana a eso, y entramos para ver una necesaria victoria de Boca. Los penales El gol había sido el desahogo. Un grito. Una explosión que anticipaba lo que vendría. Ya ahí, en esos últimos minutos una conexión, una especie de complicidad con un pibe de nombre Maximiliano. Nunca lo había visto en mi vida, pero como pasa en la cancha, que los brazos se multiplican y uno encuentra el correcto el gol nos unió. De ahí en más cada jugada comentada, cada intento de gritar, cada canción, o el “¡uh!” nos tenía siendo parte de esa masa azul y amarilla. Cuando el árbitro anunciaba que nos íbamos a penales, el nerviosismo ganó. Ya no pude cantar. Me acordaba de mis amigos, por mi bandera de cábala. Imploraba una victoria, porque necesitaba estar bien para terminar mi Carrera. Sabía que mi compañero de tesis, hincha de Estudiantes, estaba haciendo fuerza por mí. Y como hacía mucho tiempo o pasaba, los nervios fueron miedo, pero a la vez confianza. Todo, absolutamente todo se juntaba en un cuerpo, que llevo conmigo. Maximiliano estaba diez centímetros adelante mío. El Megatone desgastado de su espalda, recuerda viejas glorias coperas. Su hombro es ese apoyo que poseo. Físico, pero también psicológico. Es mucha la tensión. Es mucho lo que se sufre. Y más cuando algunos de los nuestros erran. Recibirse de hincha
Esa banda loca que me aguanta el corazón, entiende eso: aguantar al corazón y con el corazón. Entonces los nombres desaparecen. Somos todos uno. El que grita, el que putea, el que baila, el que canta. Todos uno. Y todos vamos por lo mismo. El último penal atajado por Orión es la felicidad mezclada con esperanza. Es el revivir. Es el estallido. Es el eco de la gloria. Es el abrazo sincero y entregado con Maxi. Es hablar con lo que dicen los otros. Es cantar con la garganta de todos. Es el llorar. Llorar contra Capiatá. Sí. Y no avergüenza decirlo. Porque se sufrió y se padeció. Porque no sé si fue por la Tesis, o que pero la emoción invadió. Porque es sentir cosas que sería imposible sentirlas de otro modo. Eran horas previas a algo importante, pero era el festejo de lo más importante: Boca. Porque no importaba contra quien, sino el qué. Y era Boca. Es Boca. El llanto y la risa. Las ganas de darle una vida más y todas las que hagan falta. Porque sos la eternidad de mis instantes Boca. Por eso.]]>