Después del buen rendimiento ante Colón, Boca volvió a parecerse al equipo sin fútbol de las primeras fechas.

A Estudiantes le alcanzó con poco para ganarle a Boca porque el conjunto Xeneize estuvo literalmente borrado del campo de juego y no encontró reacción tras el tempranero gol de Marcos Rojo.

Más allá de la escasa actitud, hubo una clara falencia futbolística. Los dirigidos por Claudio Borghi no encontraron la manera de generar juego, el mediocampo prácticamente no existió. El sacrificado trabajo de Rodrigo Braña le alcanzó al Pincha para anular los tibios intentos del azul y oro.

Clemente Rodríguez pasó poco al ataque, Damián Escudero casi no participó del juego y cuando lo hizo tomó decisiones erróneas y Cristian Chávez no se erigió nunca en el conductor que Boca necesitaba para abastecer a Lucas Viatri y Martín Palermo.

El cuadro boquense sólo podía esperar un error defensivo del rival para tener alguna ocasión, pero a Estudiantes eso le ocurrió una sola vez, pasada la media hora del segundo tiempo, cuando a la salida de un córner Martín Palermo logró ganarle a sus marcadores y la tiró por arriba de cabeza. Aparte de esa ocasión para el Titán, en noventa minutos, el Xeneize pateó al arco sólo desde afuera del área.

Los ingresos de Marcelo Cañete y Orlando Gaona Lugo por los intrascendentes Escudero y Chávez no lograron torcer el rumbo. Boca siguió siendo el mismo equipo sin creatividad y sin ideas que fue en todo el juego, llenó de pelotazos e imprecisiones, vacío de fútbol.