Carlos Tevez retornó al club que lo vio crecer. Ahora tendrá nuevos desafíos por delante con la azul y oro. Difícil desconocer los orígenes de Carlos Tevez. Desde uno de los barrios más precarios del país, como lo es Fuerte Apache, nació y se crió rodeado de un contexto que quizá no le aseguraba el mejor de los futuros. Sin embargo, ante toda marea en contra, Carlitos se convirtió en el emblema de esas tierras, reconocido en todo el mundo como el “Apache”, en honor al lugar que lo vio sobrepasar los escollos para ser una figura del fútbol y la alegría. Luego de formarse en las inferiores de All Boys, el 10 pasó a Boca para comenzar a escribir un libro que todavía no se cierra. En apenas tres años en la Primera del Xeneize, se ganó el cariño un público que se identificó con él, además de un torneo Apertura, una Libertadores, una Sudamericana y hasta una Intercontinental, paralelo al oro olímpico en Atenas 2004 y el Sudamericano Sub-20 con la celeste y blanca. Cada vez más adentro del estrellato, pero lejos de la estética, conservando su apariencia y sólo con el placer de jugar al fútbol. Llegó el turno de la despedida, luego de alzarse con la Sudamericana del 2004 en La Bombonera ante el Bolívar. Prometió volver; y ahora cumplió. Pero en el medio, no fue uno más. Primero fue a Brasil para quedarse con el Brasileirao con el Corinthians, marcando hasta una tendencia en las cabelleras de los cariocas. Tocó irse a Inglaterra, Europa, un mundo distinto. Y se adaptó de la mejor manera: llegó para salvar al West Ham del descenso con un gol en la última fecha ante el Manchester United campeón, que rápidamente fichó sus ojos en él. De héroe en el club londinense a figura en el equipo más histórico de Manchester, rodeado de estrellas; ganó dos Ligas, una Copa de Liga y otra Community Shield, además de volver a conquistar aquél continente y el planeta nuevamente, con la Champions y el Mundial de clubes en 2008. El poderío de los jeques árabes lo llevó al vecino de la ciudad, donde se desquitó ganando la FA Cup, el único trofeo inglés que le faltaba, además de una nueva Communty Shield y llevar al club a quedarse con la primera Premier League de su historia. Su paso más reciente por el fútbol europeo fue en la Juventus italiana, donde en dos años conquistó rotundamente las tierras que alguna vez comandó un tal Maradona: dos Serie A, una Copa Italia y una Supercopa, sumado a la llegada a la final de la Champions en un momento en el que el fútbol de la península estaba en cuestión. Carlitos prometió volver, aunque en realidad nunca se fue. Dicen los que saben que quienes extrañan sus orígenes no se adaptan a la nueva lengua, y Tevez nunca se adaptó. Que de su cumbia y alegría tampoco se olvidó, llevándola partido tras partido, rincón por rincón. Dándole conocer al mundo que es hincha de Boca, por lo que le comentaba a sus compañeros, por lo que escribía en Twitter, por las juntadas con Osvaldo y Palacio o por los festejos en forma de gallinita, recordando aquélla épica semifinal de Libertadores. Ni siquiera de Argentina se pudo despegar. Con sus remeras que aparecían en cada celebración de gol, siempre con una nueva leyenda de alguna villa porteña. Pese a toda adversidad, lo imposible se hizo realidad. Cuando hasta hace años atrás aparecían revueltas para que cada hincha ponga dos pesos para traer a Tevez, y frente a tentadores ofertas millonarias del PSG o el Atlético Madrid, decidió resignar los billetes por la camiseta. Y con Boca participando sólo por competencias nacionales hasta el 2016. Jugando sólo para él, para su felicidad y la de los aficionados, hoy con el sueño concretado. Quizá los más chicos no hayan podido verlo con la azul y amarilla, o tengan escasos recuerdos, pero Carlitos Tevez, el Apache, siempre fue de Boca. Siempre fue Boca. Un representante del Xeneize por el mundo, que conquistó países, continentes y el mundo. Que tuvo sus problemas con el seleccionado, pese a haber sido el ícono del primer oro olímpico de nuestra historia, y ahora también volvió. Mientras los demás se pelean por repatriar supuestos ídolos en el declive de su carrera a base de billetes o competencias, Carlitos prefiere a Boca por amor a la camiseta. Prefiere volver a La Bombonera, su segunda casa, o hasta quizá la primera. Tevez vuelve. Otra vez con la azul y oro, porque siempre se vuelve al primer amor.]]>