Faltó algo más.

Independiente 1-0 Boca. Todo el análisis de lo ocurrido en Avellaneda. 

El flojo nivel que mostró Boca y el penal no sancionado por Penel posibilitaron en gran medida el triunfo de Independiente en Avellaneda y tiñeron la noche de color rojo, pero de vergüenza. Con cuatro fechas por delante ahora tiene esa misma cantidad de puntos de ventaja sobre su inmediato perseguidor, cuando en su momento llegó a sacarle nueve. Si bien el panorama es alentador, más que nada por las limitaciones de sus competidores, la gran cantidad de bajas se convirtieron en una seria amenaza.

El equipo volvió dejar una pálida imagen, especialmente en el segundo tiempo. Allí le cedió el protagonismo al rival hasta que llegó el gol y con ese golpe recién reaccionó. Cuesta entender cómo quedó tan mal parado en aquella acción, con los dos laterales en ataque y un lento retroceso del resto. Lo más grave es que repite los mismos errores de siempre: no logra solidez en defensa, continúa con serios problemas en las pelotas paradas en contra y tampoco aprovecha las que tiene a favor.

La salida de Barrios afectó al funcionamiento, por ser el equilibrio y prácticamente el jugador más importante del plantel. De todas formas, su ausencia y la del resto de los lesionados no justifican las groseras equivocaciones ni la falta de intensidad. No fue el partido de Pavón, pero sus compañeros no lo acompañaron. Y el desenlace del encuentro instaló nuevamente el interrogante en el arco. Principalmente porque Campaña apareció cuando se lo necesitaba y Rossi no brinda seguridad ni confianza.

Algunas decisiones de Guillermo también son difíciles de entender. ¿Era conveniente hacer debutar a Almendra? Es extraño que allí no haya aparecido Maroni, incluso sin haber demostrado demasiado. Tampoco es lógico que Nández sea extremo ni que Pablo Pérez haya sido el mediocampista central ya sin el colombiano y con el uruguayo en cancha. ¿Y no sería mejor darle continuidad a un nueve en vez de rotar entre Bou y Wanchope? Quizá busque mantenerlos motivados, pero logra lo contrario.

Lo del capitán de Boca es simplemente un nuevo capítulo de una historia conocida. Lejos de ser un líder y actuar como ejemplo, perjudica más de lo que colabora. Un gran jugador con la pelota, pero con el riesgo constante que conlleva no poder controlar los impulsos. Si las bajas por lesiones ya eran un problema, su falta de inteligencia sumó otro inconveniente. Todo esto sin contar los insultos dedicados a toda la Bombonera que más tarde intentó minimizar. ¿Hasta cuándo se le tendrá paciencia?

La jugada del penal no cobrado quizá sirva para terminar de una vez por todas con las ridículas sospechas que algunos instalaron con el fin de condicionar a los árbitros (especialmente a mediados de marzo). Ese reclamo sobre supuestos beneficios de la AFA Bostera al que la mayoría se acopló por tener complejo de inferioridad. Mientras tanto, Independiente no ganaba este clásico desde 2012. Claro que en el medio hubo un año sin duelos entre ambos por motivos imposibles de olvidar.