A pesar de que Argentina no encuentra el rumbo y se ve superado por sus rivales, Maradona no dejará el cargo. Carece de ideas técnicas y tácticas y cada vez cuenta con menos apoyo popular.

Nadie nace sabiendo. Todos los conocimientos específicos deben asimilarse de algún modo, no de la nada misma. Él no puede ser la excepción, por más que sea el mejor. Una cosa es jugar y otra, totalmente distinta, dirigir. La mayoría de los entrenadores son ex futbolistas, eso es verdad, pero se instruyeron. Él no. Igualmente, por portación de apellido, tuvo su chance en dos equipos de la Argentina. Fracasó y renunció mucho antes de que finalice su contrato. Se peleó con medio mundo, estuvo al borde de la muerte y siempre contó con el apoyo del pueblo argentino, el aval más importante con el que cuenta.

Ahora ni eso. Desde hace ya unos meses, más que nada después de la catastrófica derrota histórica en Bolivia, Maradona está en el ojo de la tormenta. Maradona DT, claro, el otro sigue y seguirá siendo el mejor. La situación de la selección nacional, que no muestra identidad de juego, es insostenible, no alcanza solamente con las técnicas motivadoras maradonianas. Se necesita algo más que potenciar emocionalmente al futbolista, hay que ordenarlo e inculcarle una estrategia de juego. Hoy, Argentina carece de ideas claras. Quedó en evidencia en las dolorosas derrotas de La Paz, Quito, Asunción o mismo en Rosario ante Brasil, así como también en las sufridas victorias conseguidas en la cancha de River. Lo sufren todos, Diego más que nadie, porque es el hincha número uno, el privilegiado que puede ver todo desde la línea de cal.

El populismo y su egocentrismo lo llevaron a ocupar el cargo más codiciado por los entrenadores, que sueñan toda su vida con poder dirigir a la celeste y blanca. No necesitó licencia, no necesitó curso, simplemente mostró su DNI que dice “Diego Armando Maradona”.