Ricky figura.

18 partidos, seis goles convertidos y varias gambetas: Centurión, cada vez más adaptado al mundo Boca. El heredero de la 10 sueña con quedarse. 

Llegó. Le costó. Protagonizó algunos episodios poco gratos. Cambió su mentalidad. Se adaptó al club y entendió lo que significa vestir esta camiseta. Su rendimiento afuera de la cancha, potenció sus cualidades adentro. Gritó en el Monumental. Heredó la mítica número 10 y se convirtió en figura.

“Centurión es una manera de ser, una manera de jugar”, dijo hace algunas semanas el comentarista Diego Latorre. Y realmente es así: Ricky, como lo apodan sus compañeros, entiende el juego de manera diferente al resto. Hay pocos como él. Aporta cosas que el resto no: gambetas, amagos, pisadas, caños y goles. El partido ante Defensa y Justicia sirve como ejemplo para explicar lo anterior (véase cómo nace el gol de Benedetto).

Por eso Boca deberá cuidarlo y, sobre todo, hacer lo imposible para retenerlo después de junio, fecha en que vence su préstamo. “Quiere quedarse acá”, dijeron desde el entorno del jugador. El teléfono de los dirigentes ya sonó. Ahora, deberán sentarse, negociar y cumplir el deseo de los hinchas: la permanencia del hábil futbolista.

Resumiendo el análisis: para pelear campeonatos, ser campeón y jugar la tan ansiada Copa Libertadores, Centurión tiene que seguir vestido de azul y oro, como la mitad más uno del país.