El central, que reemplazó a Cata Díaz tras su lesión, rindió a un nivel que lo deja al Vasco con la seguridad de tener una variante de lujo en la defensa.

Hace ya varios años que el Xeneize presentaba problemas para encontrar jugadores que tengan la altura para vestir la azul y oro desde la zaga central, así como lo hicieron Bermudez o Schiavi. Sin embargo, la llegada de Arruabarrena le dio un plus de esperanza en aquélla posición, donde, en la campaña debutante, tuvo que arreglárselas con el plantel heredado de Bianchi, hasta que en el 2015 el club incorporó nombres que le dieron peso a la defensa.

Uno de los nombres que dejó el Virrey fue el de Guillermo Burdisso, que volvió a la institución desde Turquía en búsqueda de revancha después de su minúscula primera etapa en Boca. Pero las lesiones y la competencia que tenía con Chiqui Pérez, Magallán, Echeverría y Cata Díaz para pertenecer a la dupla central, le dieron escaso espacio para demostrarse, sumado a su problema en la rodilla izquierda, que derivó en la operación de los meniscos en septiembre.

Pese a la poca actividad de Burdisso en el segundo ciclo con el equipo de la Ribera, el Vasco optó por mantenerlo en el plantel, por encima de Pérez y Echeverría, hoy en Belgrano y Tigre respectivamente. Aunque la lucha no se detendría ahí: las llegadas de Torsiglieri y Rolín, sumado al buen momento de Komar en sus primeros pasos con la Primera, no facilitaban, a priori, el presente de Guillermo.

La confianza depositada del entrenador Xeneize en el central le dieron minutos para que demuestre su capacidad. Después de disputar el repechaje ante Vélez en enero, reapareció en el debut del torneo doméstico ante Olimpo, donde sustituyó a un golpeado Fuenzalida. Sus siguientes presencias desde el arranque ante Palestino, Temperley y Montevideo Wanderers, en casi diez días, terminaron de fundir a un jugador con poca continuidad al punto de producirle un desgarró el aductor izquierdo que lo dejó afuera por dos semanas.

Igualmente, después del último partido de la fase de grupos, ante Palestino en La Bombonera, Burdisso no vería minutos de juego hasta el domingo pasado, donde fue de titular en el primer superclásico de los tres de mayo, para suplantar a Marco Torsiglieri (que aprovechó el arranque del año para afianzarse en la zaga junto al Cata Díaz), guardado para la ida de la Libertadores.

Con una gran actuación ante River en la victoria por 2-0, Arruabarrena lo llevó al banco de suplentes al choque copero, donde la dupla Díaz-Torsiglieri sería la titular indiscutida justificado por el gran año. Sin embargo, el Cata Díaz tendría un desgarro muscular en el hombro izquierdo a los 25 minutos y Guille Burdisso sería el indicado para reemplazarlo.

Afianzado como el “tercer central”, el ex Rosario Central tuvo un partido a la altura de lo que es la camiseta de Boca y defendió a capa y espada los colores del club, siempre con la cabeza en alto para salir a jugar y/o cortar y anticiparse a las jugadas en los momentos claves. Tirarse a barrer para recuperar la pelota, y justo en un partido donde pocos se tiraron para hacerse con el balón. Subir para cabecear en las pelotas paradas y bajar para defender constantemente y estancarse con Torsiglieri respaldando a Orión.

Guillermo Burdisso se convirtió en un central importante para la rotación de Boca. Un lugar donde siempre tuvo problemas y ahora tienen tres jugadores de gran calibre, que deja al Vasco con tranquilidad a la hora de variar.

El camino de Burdisso para afirmarse como uno de los hombres clave de la carpeta de Arruabarrena no fue fácil: compañeros con mayor currículum, lesiones e idas y vueltas en el club. Sin embargo, la lucha y perseverancia armaron un jugador esencial en la rotación del Xeneize, y hoy, no es uno más.

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