Joven con promesa.

El arquero del Xeneize y un ejemplo de esfuerzo. Conocé los detalles.

Esteban Andrada nació el 27 de enero de 1991 en San Martín, una localidad ubicada en la provincia de Mendoza. Debutó allá por el 2011, en Lanús, por Copa Argentina. En su primera etapa, disputó 61 partidos donde recibió 60 goles y como su rendimiento no era tan bueno fue cedido a Arsenal de Sarandí. El gran quiebre se dio en su vuelta al “Grana” cuando una rotura de ligamentos dejó afuera de las canchas a Fernando Monetti, en 2016.

El pibe se destacó y se hizo grande en las difíciles ganándose su lugar cuando el arquero titular se recuperó. Atrás había quedado el interés del Barcelona: la Copa Sudamericana, el Torneo de Primera División 2016 y la Supercopa Argentina de ese mismo año, en una goleada histórica ante River, eran su presente a puro festejo. Luego, la recordada semifinal ante el equipo de Gallardo y los cuatro goles en 20 minutos, la final de Libertadores y atajadas inolvidables que casi llevan al “Grana” a lo más alto de América.

Pero mucho antes, Esteban mostró fuerza y perseverancia. A los 16 años, su padre falleció en un accidente de tránsito y tuvo que hacerse cargo de la familia tras su ausencia. Su mamá era empleada en un bar pero la plata no alcanzaba. Por esa razón, empezó a trabajar en un viñedo mientras hacía las inferiores en el club San Martín de Mendoza. Cosechaba uvas, las cargaba y trabajaba ocho horas por día.

Según el informe de la cuenta oficial de la Libertadores, le pagaban sólo 5 pesos argentinos por 30 kilos de uva. Y mientras realizaba todos estos trabajos para sacar a su familia adelante, en 2007, consiguió una prueba en el club del Sur y se quedó a vivir en la pensión. Ya en esa época, atajaba para la Selección Juvenil.

El resto, ya es historia conocida. Las trabas en el camino, las atajadas y los títulos. En la vida todo le costó pero el esfuerzo da recompensas y hoy está ante el máximo desafío de su carrera. Tampoco será fácil adueñarse del arco de Brandsen pero espalda le sobra. ¡Éxitos, Esteban!

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