En esta sección les presentaremos una serie de escritos que reflejan la pasión por Boca Juniors. Entrega especial por el día del amigo.

Todos, pero todos tenemos un amigo de la infancia. Generalmente es el que lleva el nombre de “Mejor amigo”, y se lo presenta así. Muy pocos le dicen “Hermano”, pero los que lo hacemos nos da un gusto particular. Es como reconocerle más de lo debido lo que genera en uno.

Ese amigo es aquel que siempre, siempre necesitamos ver. Las mejores aventuras y los recuerdos varios y variados se vienen a la cabeza cuando se lo nombra o cuando se lo ve. Es el que deja huella. Sabemos que su paso no es en vano y que estando cerca de él la alegría y el momento feliz se acercan a uno, y lo mejor de todo se quedan ahí, al lado, al ladito de uno.

Pero todos sabemos que la vida no esta llena de momentos felices siempre. No, no es así. A veces pienso que sería hasta un poco aburrida si me permiten. Y es en esos momentos donde, cuando el destino nos juega una mala pasada, que es mejor que él este y que nosotros le digamos acá estamos. “No me fui”, “te sigo”, “contá conmigo” y en los tiempos que corren “te banco”.

Creo que es en estos momentos donde uno saca a relucir esa fidelidad que tiene en sus raíces y le hace ver que en “las malas” siempre se está. Aconsejando, alentándolo, o simplemente estando. Porque es en el sufrimiento cuando nos hacemos más fuertes. Es cuando la vida te gana por goleada, cuando se deja entrever ese “aguante” para saber que no se abandona ninguna de las veces, que se pone el pecho a esas balas que hunden más de lo debido. Y ese “aguante” es poque basta con la presencia para que el otro se sienta bien, y que esa sensación vuelva a uno. En esa relación de dos, de a dos la presencia del otro es necesaria, y hasta pedida de a gritos en los silencios que nunca dejan de decirnos cosas.

Es el mejor amigo, el buen amigo que nunca falta y el que te acompaña hasta el último de los días. Es con él que se pasan todo tipo de momentos, y perdón que insista con esto, pero créanme que es necesario. Llantos, risas, emociones, enojos, peleas, felicidad, el amor, la amistad a flor de piel, las cosas lindas, las que no llegan a ese mote,  las que necesitamos contar, las que gritamos. En esos momentos el amigo, el buen amigo, el mejor amigo está ahí. Y lo mismo pasa con uno.

Ese amigo de la infancia, ese que nos marcó de por vida puede ser Boca. Es Boca. Sin lugar a dudas. Es con él donde se ve esa fidelidad incondicional que da envidia en más de uno. Ese pacto que va más allá de la sangre, esa amistad que no entiende de momentos, de buenas, de malas. Y que cuando llegan las últimas se afianza. Porque si bien a un amigo no le decimos “te amo” – vaya uno a saber porqué- a Boca, no podemos dejar de decírselo.

A los mejores amigos para más confianza lo llamamos por sobrenombre. Y a Boca también. Ese “Boquita” que tan familiar se nos hace, no es una forma de disminuir al glorioso de azul y oro, sino es traerlo más cerca de uno. Es como hablar hasta de un familiar, con esa intimidad para que sea más nuestro. Cada vez más.

Es por eso que Boca es el amigo de uno. Pero sobretodo que uno es amigo de Boca. Porque le debemos dar un poco de eso que nos dio antes de nacer. Porque en lo personal creo que antes de venir a este mundo, ya me sentía amigo de Boca. O me lo merecía.

Y es por eso que Boca es mi mejor amigo. Es ese amigo que no puedo ir a dejar de ver. Cada domingo, sea en la cancha, o a varios kilómetros de distancia. Ese amigo que nos esta esperando. El que necesita que estemos siempre, sobretodo en los malos momentos para que, cuando vengan las buenas pueda ir sin la vergüenza de no haber estado antes.

Es mi mejor amigo. Es con el que lloré, con el que viví las mejores cosas de mi vida. Y con el que lo lindo, lo feo, las lágrimas, las risas, los llantos, las sonrisas, las penas, las alegrías tienen otro sentido.

Es ese amigo que nos une también. Porque los bosteros somos así. Basta decir que tu sangre es azul y amarilla para que, si del otro lado hay un xeneize, la relación empiece de la mejor manera. Y ya con los gestos, sin las palabras sepa como se siente el otro.

Es por eso que hoy te abrazo Boca. Hoy y siempre. Porque creo en el poder que tiene para modificar las cosas, un abrazo. Esa sensación que se ve en la cancha, cuando abrazas al de al lado que no conoces y sabes que no importa, que por 90 minutos es amigo tuyo. Como esa amistad de toda la vida que tenes con Boca, con Boquita… con ese club que te obliga a cantar:

“Boca mi buen amigo…”

Feliz día del amigo… bostero.