Se trata de “Gambetas y Berretines”, obra creada por Marcelo Lipovetzky, quien es fanático de Boca y del “Mellizo”. Reviví la entrevista del autor con Planeta Boca Juniors. Guillermo Barros Schelotto, uno de los máximos ídolos de la historia de Boca, comienza a convertirse en leyenda. Con el tiempo será uno de esos tipos difíciles de olvidar. Por eso, Planeta Boca Juniors dialogó con Marcelo Lipovetzky, autor de “Gambetas y Berretines”, primer libro dedicado al exjugador que conquistó 16 títulos, convirtió 86 goles y disputó 300 partidos con la camiseta azul y oro. 
– ¿Cómo y cuándo surgió la idea de armar un libro sobre Guillermo? – Como idea original nunca surgió en mí escribir un libro ya que no tenía ni los medios ni el nombre propio como para realizarlo. Hace aproximadamente dos años, aprovechando el gusto que tengo por la escritura y mi admiración hacia el Mellizo, decidí iniciar un blog con el solo fin de despuntar el vicio y contar sus anécdotas en ese espacio sin saber, ni siquiera imaginar, lo que podría generar. Fue así como en los primeros meses de 2014, a través de lo escrito en LaSchelotto, la editorial Corregidor consideró la posibilidad de escribir un libro sobre Guillermo Barros Schelotto con la impronta que yo le venía dando en mis publicaciones. A partir de allí comenzamos lentamente a construir lo que hoy se llama Gambetas y Berretines y tuve la idea de convocar, ni más ni menos, que a Sacheri para escribir el prólogo. Fue un enorme piletazo. Con el “no” puesto, nada podía perder, pero me la jugué porque la textura de sus letras calzan perfectamente con el personaje en cuestión: simples y sencillas como las conversaciones que tenemos cotidianamente en un marco de comodidad con el barrio como bandera. Mi gran sorpresa se dio cuando Eduardo me pidió la maqueta del libro para leerlo, y sin rodeos aceptó. – ¿Qué cuenta el libro, además de algunos logros deportivos de él?
– Fundamentalmente trata de anécdotas de Guillermo donde impera su característica personalidad de pícaro y hábil con esa endiablada lengua que lo convierten en un personaje tan singular desde aquellas épocas infantiles en For Ever hasta nuestros días. También hay lugar para algunos de sus logros deportivos que son tocados tangencialmente a través de historias dignas de contar, su interpretación del fútbol hoy en día como Director Técnico y la palabra de quien le enseñó mucho como Carlos Bianchi, o el “Pelado”, como prefiere llamarlo. No me detuve en recapitular exclusivamente los 23 títulos que posee como jugador, si no en extraer peculiaridades de un personaje que dejó su huella en más de 600 partidos como futbolista y lleva dirigiendo recién su primera centena como entrenador. – ¿Qué significa Guillermo para vos y por qué te identificas tanto con su persona? – Me crié en el barrio de Villa Devoto pasando mañana, tarde y noche en la calle con algo tan genuino como jugar a la pelota, no al fútbol. ¿Quién no quería mover la piedrita que hacía de arco en la plaza para agrandar el arco? ¿Quién no se divertía tirándole un caño al rival sabiendo que después te iba a venir a cortar los tobillos? ¿Quién no se hizo el sorprendido cuando tocó la pelota con la mano? Guillermo es ese tipo que me hace recordar de uno de los momentos más hermosos que tenemos en la vida donde lo único que existía era la pelota y los desafíos en el barrio. Donde todos buscábamos jugar pero fundamentalmente ganar, por el orgullo, por la honra, y si había que valerse de pequeños recursos para sacar mínimas ventajas que, en definitiva, ganaban los partidos, lo hacíamos. El Mellizo es puro potrero, dentro y fuera de la línea de cal, le corre fútbol por las venas, tuvo la grandeza de ser un profesional sin dejar de jugar a la pelota, jugaba con el corazón. Cuando se fue apagando la llama de sus gambetas, apareció la parla en todo su esplendor para mojarle la oreja a su marcador y sacarlo del partido. Jugaba como cualquiera de nosotros, los hinchas, hubiésemos querido hacerlo, porque en las paradas bravas cuando nadie aparece, lo miraba en la cancha o a través del televisor y le pedía una, por favor una. Y Guillermo nos salvaba la ropa. En mi casa él era uno más de la familia sin saber que nosotros existíamos. Mi viejo me decía cada dos por tres “¿viste lo que hizo el Melli?”. Crecí disfrutando de sus logros a la par en una silenciosa distancia. Por todo eso lo admiro como profesional. Y por lo educado y buena gente, como persona. – ¿Cuándo nació tu fanatismo por él? ¿Sos hincha de Boca? – Mi admiración nació sufriéndolo. La tarde en que reestrenamos La Bombonera por la remodelación de los palcos, Guille y el Beto Márcico nos dieron un peludo bárbaro, sobre todo el Mellizo que convirtió tres de los seis goles que nos hizo Gimnasia. Aquella tarde en que yo solamente tenía nueve años me quedé enloquecido con el 7 y su pinta de Chaplín que destilaban pura rebeldía y goles. Lo quería conmigo, en mi club, Boca Juniors. – ¿La máxima “locura” que hiciste por él? ¿Ya lo conocías antes del libro?
Me da un poco de vergüenza contarlo porque después quizás me mediquen. Desde el año 2000 hasta 2004, donde no tenía ninguna obligación más que ir al colegio y todo el resto del día sobraba, me dedicaba a guardar cuanta cosa haya de él y, paralelamente, de Boca. Por ejemplo, iba hasta una inmobiliaria cerca del barrio, me llevaba esa especie de librillo donde ofrecen las casas y pegaba los bordes de las hojas haciendo sobres. Compraba el diario, recortaba exclusivamente todas las hojas referidas a Boca y el Mellizo, pegaba los bordes formándoles un lomo, los guardaba en el sobre del librillo donde cabían perfectamente y luego rotulaba en el exterior de qué partido se trataba. También grabé en VHS todos los resúmenes de los partidos de Boca y, en la radio, los relatos de Fantino en cassette, que en ese momento cubría la campaña. Pareciera haber sabido era una época irrepetible, que debía inmortalizar aquellos momentos que difícilmente vuelvan a darse. Aún conservo todas estas cosas que me sirven para rememorar momentos increíbles, sumergirme en las vivencias de los partidos que tanto disfrutamos los hinchas de Boca, no sólo por Guillermo, pero estaba claro que de él me llamaba todo mucho más la atención. No lo conocía, sólo como un hincha más con las rejas de la tribuna de por medio. Una sola vez había hablado con Gustavo porque era cliente de donde yo trabajaba en una sucursal de La Plata. – ¿Pudiste presentarle el libro? ¿Qué te dijo? Nunca fue muy expresivo, ja… – Lo conocí en junio de este año gracias a la inapreciable gestión de los dirigentes de Lanús, de quienes guardo un enorme agradecimiento y sin su ayuda habría sido muy difícil toda esta cruzada. Ahí le comenté que existía la posibilidad del libro por si le generaba alguna molestia. Todo lo contrario, se puso contento y me dijo que le dé para adelante. Casualmente el viernes previo al último enfrentamiento con Boca le llevé el libro y, si en el encuentro anterior me había tratado muy bien, esta vez fue espectacular. Tuvimos una charla muy amena, donde le conté un poco de qué se trataba el libro, me felicitó, intercambiamos comentarios de fútbol, me preguntó algunas cosas sobre mí y demás. Realmente fue un puñado de minutos inolvidables. Si bien quizás no es muy expresivo públicamente, puedo decir que las veces que hablé con él fue muy natural y suelto, un genio, muy humilde y cordial. – ¿Dónde y cómo se puede conseguir el libro? – Actualmente se está distribuyendo en las librerías tanto de Buenos Aires como del interior del país, pero mientras tanto pueden adquirirlo en la Editorial (Rodríguez Peña 452 – CABA) o bien a través de la web Corregidor
 con mercadopago. Esto último también es importante para la gente del exterior que estuvo consultando cómo adquirirlo, es muy sencillo y el envío de muy bajo costo. – ¿Pensás en la segunda parte? – ¡Si de mí dependiera, escribo toda la carrera de Director Técnico de Guillermo! Pienso en la segunda parte, sí, pero hay que ver cómo responde la gente, si le gusta este libro. Ojalá que sí, porque parece que el Mellizo tiene muchos más berretines y fútbol para regalarnos.

La tapa del libro:

 Marcelo Lipovetzky, el autor de “Gambetas y Berretines”, junto a Guillermo:

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