Un león de principio a fin.

El uruguayo representó a todo Boca en Madrid. Objetivo: que se quede.

Reconocer aspectos positivos después de haber perdido la Copa Libertadores ante el eterno rival es prácticamente imposible. La tristeza por el resultado en Madrid hace que todo se transforme en una larga pesadilla y únicamente el paso del tiempo (y de los partidos) hará que la herida vaya cicatrizando sola. Por ahora, solo dolor.

Pero aún en los peores momentos hay que rescatar lo que se hizo bien. Porque más allá de los malos planteos tácticos, el insólito armado del banco de suplentes, los cambios y demás factores, hubo alguien que defendió con hidalguía a la gloriosa y prestigiosa camiseta de Boca: Nahitan Nández. Y no hacer mención de esto sería imperdonable.

El uruguayo, de gran nivel en la reciente competición, dejó en claro cómo se debe jugar en el club de la Ribera. Corre, mete, quita, no se guarda nada y, pese a los inconvenientes físicos que puedan surgir, sigue en cancha. Porque ahí se debe demostrar, no en los micrófonos.

Cuando baje la espuma, la gente reconocerá el trabajo del número 15 que se fue llorando del Santiago Bernabéu por no poder alcanzar la gloria eterna. Ahora solo resta esperar que ningún club europeo se lo lleve, aunque por estas horas resulta algo complicado.

Juan Román Riquelme ya lo había dicho hace algunos meses: “A veces con personalidad se tapan un montón de cosas. No son todos Iniesta”. Y Nández siguió a rajatabla el consejo del Diez. Por eso, en medio de una nebulosa enorme, solo resta decir: gracias, Nahitan.