Nicolás Gaitán ingresó 30 minutos ante Estudiantes de La Plata y Boca generó más del doble de oportunidades de gol que en el resto del partido. PBJ analiza el fenómeno Gaitán y su influencia en el equipo.

Hasta el ingreso del zurdo habilidoso xeneize, los dirigidos por Basile habían llegado tímidamente al arco defendido por Agustín Orión en dos ocasiones: un cabezazo desviado de Viatri en el primer tiempo y un remate cruzado de Mouche en la segunda etapa. Nada más.

Gaitán ingresó por Mouche y, desde el arranque, se hizo dueño de la pelota. Hoy quizás no mostró su mejor faceta individual, pero el equipo sintió un alivio con su inclusión. El conjunto de la Ribera logró inquietar a Estudiantes y tuvo cuatro acciones de riesgo: las primeras dos en los pies de Viatri, el gol y un potente remate que le tapó el arquero; las otras dos fueron para el “Pocho” Insúa, una en su pie izquierdo, que contuvo de gran forma Orión, y otra un cabezazo del enganche que salió por encima del travesaño.

Estas estadísticas no son casualidad y se vienen repitiendo desde el último torneo, en el cual Boca no pudo contar en la mayoría de los encuentros con Battaglia y Riquelme, dos pilares fundamentales a la hora de la recuperación y distribución de la pelota.

Insúa no aparece en el manejo de las jugadas, está disperso por el campo y no es casualidad que levanta su nivel con la aparición del zurdo juvenil. Boca necesita de Gaitán, Boca depende de él. Palabras más, palabras menos: Boca hoy es Gaitán y diez más.

¿Es prematuro este crecimiento? ¿Puede cargar con la responsabilidad de la conducción? Hay que esperar por el regreso de Riquelme, que le sacará esa mochila al zurdo que tanto pesa y podrá mostrar sus mejores pinceladas.

Claro está que Boca no puede estar sin Gaitán y él, con intermitencias, responde.