En esta sección les presentaremos una serie de escritos que reflejan la pasión por Boca Juniors. Entrega especial por el cumpleaños de Carlos Bianchi.

Sinceramente esto puede ser escrito en otras fechas. Como el 2 de julio por ejemplo. Que fue cuando él comenzó a trabajar. Él que no prometió campeonatos apenas llegó porque si no sería “demagogia”. Él tan respetuoso, tan imponente dentro y fuera de la cancha.

Él es Carlos Bianchi y hoy queremos rendir un pequeño homenaje. Porque si bien no todas las personas festejan estos días, o yo conozco a algunas que no les va ni les viene, cualquier cosa, fecha, día, circunstancia asociada a Carlos sirve para escribirle. A él. Si él. Y nadie más.

Le pedí a muchos hinchas de Boca amigos que me lo definieran. Que me dijeran en pocas palabras que les parece, quien fue para ellos o lo que fuera del “Virrey”. Porque los que nos sentamos a escribir, se sabe, le tenemos miedo a la hoja en blanco. Pero con personalidades como él, ese miedo a veces se convierte en terror.

Surgieron respuestas variadas. Pero todas con ese tinte de gloria, de orgullo, de admiración de siempre. “Grandeza pura, estilo de juego y un histórico e ídolo para el club”, o “un estudioso del fútbol”, fueron algunas.  O como dijo Bassedas hace un tiempo: “Bielsa es un científico del futbol y Bianchi un sabio”. Pero me quedaba con ganas de más. Me parecía que faltaba algo. Ahí Ale y Santi me dijeron: “No tengo palabras para definirte a una persona tan semejante”. “No sé si se puede definir, lo que se puede es caracterizar al mejor estratega que tuvo el fútbol argentino”. Y ahí entendí más. No lo del estratega algo que siempre digo y lo pongo en las mesas de debates para defenderlo, sino en eso de no definir.

A mí en este momento mientras escribo y leo, y pienso, y recuerdo y me emociono. Y veo sus declaraciones. Porque las veo. No las escucho. Las siento, lo veo a él como lo vi desde chico. Ese hombre sencillo que en el ’99 me vio y me saludó. Yo en esa niñez marcada por Boca me quedé paralizado. Lo veía como ese tío sabio, o ese vecino que te genera una admiración que vaya uno a saber el porqué. Él que llegó y llamó a Casa Amarilla, Casa Dorada (la tiñó del color de su era), que manejó los grupos como sólo él pudo, que hizo debutar a 45 pibes, que hizo brillar a los diamantes en bruto como Román y Tevez. Que le dio la mejor charla previa de su vida a Guillermo en Japón, que le dio la confianza, el optimismo necesario a Palermo, que, que, que, que… y se juntan y se suman.

Se suman como los momentos. Las imágenes. Él en andas en el ’98, poniéndolo a Martín cuando otro quería poner a Enzo, abrazando a Palermo, a Arruabarrena en Brasil y el “te dije, te dije”. El que antes había empapelado el vestuario con la frase de “Palmeiras campeón”. Levantando la Intercontinental que le acercaba Bermúdez. Momentos. Imágenes como él tirándose en el césped luego de la triple Corona del 2000, peleándose con un plateista por defender a un jugador. Él y su cabeza pelada. Con poco pelo. Caído. Por sus ideas, sus pensamientos. Por tantas cosas que ha visto y otros ni siquiera se arrimaron. Él, que también pudo mostrar las miserias humanas como cuando no recibió la medalla plateada en Colombia. Pero sigue siendo él. Bianchi. Que también se enojó con los jugadores por tirar tacos luego del 6 a 2 a Huracán. Simple. Claro. Sereno.

Voy terminando y no me veo, no me leo claro. Esa es una de las tantas diferencias con Bianchi. Lo que pasa es que el respeto que le tengo es muy grande. Y no me creo con la capacidad de definirlo… sólo cuento lo que me pasó con él.

Como para ir cerrando, comento que de chico me enfermé por Boca. Boca fue siempre mi locura y mi punto cúlmine fue una enfermedad que se curó en 1998 de la mano de Bianchi. Obvio que si iba otro técnico y nos sacaba campeones me curaba igual. Obvio que siempre fue algo propio. Pero no sé. Fue él. Fue Bianchi el que lo hizo. Fue Bianchi el que llevó en andas a Santella mostrando su forma de ver las cosas. Fue él que empezó bien de abajo (canillita) y llegó a lo más alto. Fue el Maradona de los técnicos…

Por eso cuando lo veo, hasta lo siento así cómo médico. Como doctor. Por la enfermedad curada. Por la tranquilidad dada. La sabiduría. El porte.

Me estoy quedando en enumeraciones y no llego a nada. Perdonen. No puedo definir a este tipo. Lo puedo caracterizar. Pero no lo puedo definir. A alguien que con tan poco nos dio tanto. “Que de una piedra hizo un asteroide”, me diría un amigo.

A alguien que fue y siempre será Rey.

Felicidades al tipo que nos dio tantas felicidades…