Pasaron ocho fechas con sólo un triunfo. Alves cambia pero el equipo sigue exhibiendo sus innumerables falencias, sobre todo en la defensa. Ayer, la derrota en casa con un rival que pelea el descenso fue la gota que rebalsó el vaso.

Sólo ocho puntos, siete menos que el líder que aun no jugó, cinco empates, una victoria y dos derrotas. En todos los partidos Boca insinuó algo y se quedó en eso, nada más. Nunca en todo el torneo los dirigidos por Abel Alves completaron 90 minutos buenos.

El punto más bajo, la defensa, comenzó siendo Hugo Ibarra, Gabriel Paletta, Ezequiel Muñoz y Claudio Morel. Ahí la última línea había tenido un buen partido pero se equivocó en balones parados que costaron el empate. En la segunda jornada Alves la mantuvo y como el equipo se lució en ataque y ganó 3-1, las debilidades quedaron disimuladas.

Sin embargo todo cambió a partir de la tercera fecha. En su visita a Newell’s le entraron por todas partes y eso quedó demostrado a los 20 minutos, cuando caía 3-0. Entonces el técnico decidió comenzar a variar. Sacó al arquero Roberto Abbondanzieri y también a Hugo Ibarra. Jugaron García y Villafañe. Además, el mediocampo intentó ser más ofensivo con el ingreso de Cristian Chávez. Fue 0-0 de local con Atlético Tucumán, en un partido teóricamente accesible. Ante los tucumanos, Morel fue central por la expulsión de Paletta y Monzón ingresó como lateral izquierdo.

Frente a Godoy Cruz otra vez se notó que Boca es una cosa atacando y otra defendiendo. Tuvo sus chances de gol pero también pudo haberlo perdido por las distracciones de la última línea. En este partido jugó nuevamente Cristian Erbes por Chávez y en defensa Alves optó por sacar a Muñoz para poner a Julio Barroso. El resultado siempre el mismo.

Contra Estudiantes en casa debutó Luiz Alberto, Gary Medel pasó de cuatro y Chávez regresó a la mitad del campo. El brasileño tuvo un buen partido y fue el único encuentro del Clausura en que los balones parados no complicaron. Sin embargo en el complemento el equipo se retrasó mucho y por un error propio se lo empataron sobre la hora.

Hasta que contra Vélez y Racing se vio lo peor. En Liniers, el entrenador hizo el cambio obligado de Monzón por Morel (estaba en su Selección) y sacó a Méndez en el medio para utilizar a Prediger. Ni el mediocampo ni la defensa paró a nadie. El equipo hizo cuatro goles y estuvo cerca de ganar el partido con el Fortín, pero ni así le alcanzó por la inoperancia de los encargados de marcar.

Finalmente, con Racing, volvió la irregularidad en el juego, quince minutos excelentes. Pero como siempre no supo mantener la ventaja, Lugüercio hizo lo que quiso en una posición que no conoce y se lo dieron vuelta. No hubo reacción, no hubo garra, no hubo nada que hiciera pensar que había posibilidades de volver a tomar las riendas del encuentro.

Un técnico que no encuentra su equipo ideal, errores imperdonables que cuestan un campeonato y que hacen que el hincha se impaciente y despida al equipo con silbidos. En dos semanas se juega el Superclásico en medio de un clima enrarecido y si ese día Boca no consigue el triunfo nadie lo va a soportar.