¿Puede un equipo mostrar dos caras en un partido? Sí, el Xeneize es uno de ellos.


Pasan los partidos y el Boca de Gustavo Alfaro empieza a encaminarse. Desde los resultados y lo numérico la estadística es casi perfecta, pero la deuda todavía está en lo futbolístico ya que no logra mantener la regularidad que te asegura estar tranquilo durante los 90 minutos.

En los últimos dos partidos (San Lorenzo y Tolima), el equipo fue de menos a más y terminó apabullando a los rivales. Ayer, ante Deportes Tolima en La Bombonera, el Xeneize jugó un pésimo primer tiempo pero tras el descanso pasó por encima al elenco colombiano. Ahí, quizá, está su mayor virtud: la reacción para sobreponerse a los malos momentos.

Como en Rosario, cuando le empató a Newell’s; como en Varela, cuando le ganó a Defensa pateando solo dos veces al arco; como en Bolivia, que aguantó las embestidas de Wilstermann, mantuvo el cero y casi lo gana al final; o como en Santa Fe, cuando le dio vuelta el resultado a Unión.


Muchos dirán que no es el panorama ideal, porque cuando “se encuentre con un equipo que juega bien de verdad” la pasará mal. ¿Y si es la manera que tiene este Boca de estudiar a los contrarios? ¿Y si es una faceta que antes no existía? ¿Y si este es el camino para la reinvención? Tiempo al tiempo y, sobre todo, tiempo al ‘Falcon’ del Lechuga Alfaro.