El Boca 2011 tuvo un interesante comienzo ante Independiente. Si bien no brilló, hubo aspectos para destacar, que responden a lo que pretende Falcioni del equipo.

Puede decirse que el debut de Boca Juniors en el año fue bueno, si bien tuvo las típicas cosas de un encuentro de verano, donde lo importante es ganar rodaje y los jugadores están aún “duros”, lo que propicia imprecisiones en el dominio del balón.

Más allá de esas cuestiones lógicas y hasta previsibles, el debut de Julio César Falcioni sirvió como carta de presentación para empezar a ver lo que el DT pretenderá de su equipo en el Clausura que se avecina.

El Xeneize privilegió el orden en todos los sectores de la cancha y apostó por la movilidad de Pablo Mouche, quien jugó algunos metros más atrás que de costumbre, para atacar. Además, el de Falcioni fue un equipo solidario en el que todos corrieron y metieron.

Otro rasgo interesante y productivo es la intención de presionar permanentemente y sobre todo en la salida del rival. Molestando el arranque de las jugadas de Independiente, Boca complicó y provocó peligro en más de una ocasión.

Además de las cualidades colectivas destacadas anteriormente, en Boca también hubo tareas individuales que merecen un reconocimiento, como las de Jesús Méndez y Cristian Chávez en el manejo de la pelota, la seguridad de Cristian Lucchetti bajo los tres palos cuando se lo necesitó y el segundo tiempo de Nicolás Colazo, cubriendo la franja izquierda.

Falta mucho, pero la idea del entrenador empieza a quedar clara. Ojalá los jugadores la sigan entendiendo como anoche.