Un grito de corazón. Foto: Prensa CABJ.

Todo el análisis de Boca 2-0 Unión. A un paso…

Así llega Boca al receso por el Mundial. Con el último aliento. Y si se hace un repaso de un tiempo a esta parte, esto se repite en casi todos los semestres. Salvo en aquella seguidilla frente a San Lorenzo, River, Racing y Colón (en el cierre de 2016), la sensación es que más allá de los objetivos siempre se termina con lo justo. Así también logró la victoria contra Unión que lo dejó a un paso del bicampeonato, aunque el clima en la Bombonera no fue el habitual en la víspera de una nueva consagración.

El equipo necesitaba alejar los fanstasmas que arribaron desde Barranquilla y provocaban cierta incertidumbre en el ambiente. El triunfo alivió las tensiones, a pesar de otra pobre producción futbolística. La única llave para conseguir el desequilibrio volvió a ser Pavón y esta vez el salvador fue Wanchope con sus goles. El corazón de Barrios lo sostuvo de pie y las intervenciones de Rossi mantuvieron las esperanzas. Y no mucho más para un partido sufrido que se disfrutó recién en el final.

El nivel de Tevez estuvo por encima de sus últimas presentaciones, pero demasiado lejos de lo que se puede aguardar de un jugador de sus características. El cambio sorprendió por lo que significa dentro de la cancha, aunque su salida no precisa explicación debido a su presente. Cuesta entender este decepcionante momento en su carrera, aun con el paso por China como justificación. Se lo nota apagado, lejos de querer tomar el rol protagónico que se espera y sin el fuego sagrado que lo caracteriza.

La defensa volvió a dejar en claro que es lo más endeble del equipo -especialmente la zaga central-, incluso con un rival que prácticamente no lo atacó. Y las pelotas paradas en contra fueron nuevamente un dolor de cabeza. Esta problemática que no supo solucionar a lo largo del campeonato muchas veces le costó caro -recibió seis goles por esa vía- y lo que llama la atención es que nunca modificó la manera de marcar. Lo que preocupa de la constante repetición de errores es la falta de autocrítica.

Con el 4-2-3-1 que planteó Guillermo se esperaba mayor proyección de los laterales. Tampoco colaboraron en la generación de fútbol Pablo Pérez, de flojo rendimiento más allá del gran pase a Pavón para el primer gol, ni Reynoso, muy liviano e intermitente en sus apariciones. Y para colmo en el banco de suplentes no se encuentran opciones que puedan ilusionar con dar un giro. El ingreso de Maroni no cambió la ecuación, aunque no es fácil en media hora demostrar todo lo que uno tiene para dar.

Solamente le falta un punto de seis en juego para conquistar un nuevo título. El 67° de su rica historia. Intentará lograrlo en La Plata para después descansar una semana de cara al choque con Alianza Lima, a la espera de lo que suceda en Brasil. En la Bombonera se pidió más por la Copa Libertadores de lo que se festejó haber quedado en las puertas de otra estrella. La Superliga se valora y será festejada como se debe. Pero Boca es diferente a todo. Lo explica su historia y el hincha lo sabe.