En esta sección les presentaremos una serie de escritos que reflejan la pasión por Boca Juniors. En esta entrega, los 110 años de Boca Juniors. Fue en noviembre de 2004. Desde febrero venía escribiendo poesía, hasta que un jueves a la noche me di cuenta que nunca le había escrito a mi mayor amor. Esa noche salió un poema y después dos más. Fui corriendo a lo de Benjamín. Mi mejor amigo aprobó el documento que tenía de nombre 3 de abril
. A las semanas, él junto a Lucas y Franco me preguntaron sobre hacer el libro de los 100 poemas por los 100 años.  Yo contesté que era imposible, que era difícil, que… A los días empecé con la maratónica tarea. A los 16 años, me excedía en rimas, pero era lo que nacía desde lo más hondo. A diez años de eso, y a 110 del nacimiento de Boca, uno está inmerso en un mar de recuerdos que tiene las caras de los jugadores leyendo sus poemas, los guantes del “Pato” Abbodanzieri a cambio del libro “100 poemas de una pasión”. La fiesta en la cancha de Boca… El Xentenario El 3 de abril de 2005, fue uno de esos días que uno se da cuenta porqué está vivo. La Plaza Solís, el acto íntimo por los cien años; el partido en cancha de Vélez en la platea de ellos, porque no habíamos conseguido entradas y el ex dirigente Pedro Lajst, que me pedía que nos fuéramos en el entretiempo porque me veía sufriendo mucho. No estar con la gente de Boca era un castigo doble en el cumpleaños. Hasta que llegamos a la fiesta y ahí el cruzarse con Antonio Rattín, el llorar catando el cumpleaños, el estar presente en semejante fiesta, daba cuenta de que tenemos dos fechas de cumpleaños en la vida. La bandera en lo alto, las lágrimas en la camiseta, el abrazo con mi viejo. Las caras de los presentes, el agradecimiento de ese primer xentenario. Disculpen que hable de eso al principio, pero es necesario porque como ustedes cada 3 de abril, no es un día más: es el día… Y hablar del libro. Pero cada uno ama a Boca como le sale y nace. Ese día al estar con los jugadores y darles el libro, era la seguridad de que la esencia se resumía allí. Al volver a Villa María, una profesora me preguntó el porqué de la ida, al saber de la muerte del Papa Juan Pablo II. Lo veía como una falta de respeto, yo lo tomaba a ese festejo, como la sinceridad más grande de la vida… Porque Boca es la religión más hermosa
. La única de la que no se puede salir una vez dentro. Es el ritual cada domingo, el bautismo la primera vez que lo ves. Sea en la cancha o frente al televisor. Es la rendición por esos colores de parte de los que no lo llegan a ver, pero saben que está ahí. Y que ellos, los feligreses más fieles de la historia estarán allí. Porque cuando quieran crucificarnos, siempre resucitaremos. Es el D10S y el rezo cantado en la tribuna. Es el casarse en nombre de Boca con la camiseta. Única y gloriosa azul y oro que es “grito de amor”. La ídola por excelencia, la que nos involucra a todos y nos cubre de gloria. La que ha sabido pelear en las condiciones más difíciles saliendo vencedora. Porque allí, en el templo cada domingo, se lleva a cabo una verdadera misa. En la única donde no existen diferencias. Somos todos uno, al igual que el equipo en la cancha. Va más allá de las individualidades, somos lo mismo. Somos Boca, más allá de flaco, alto, gordo, rico, pobre, homosexual, judío, negro, blanco, cristiano… Somos Boca. Y eso es lo único que importa.
Unos 110 años para la eternidad Si el futbol es el opio de los pueblos, Boca es la mejor droga. Es ese viaje de ida, ese cambio de la realidad. El éxtasis, la tranquilidad. Es así. Es todo y hasta los extremos. Es la dosis diaria de vida, y la única que en grandes cantidades no hace mal. Es la negación de irse a otros rumbos. Es el querer vivir en la Capital solo para estar más cerca. O en Argentina. Un amigo que vive en Brasil, me diría: “Lo que más extraño es ir a ver a Boca”. Es así. Somos así. El amor en estado puro. El sentimiento más puro que podemos sentir en los años que podamos respirar, porque Boca es el oxígeno cuando la asfixia llega. Es la pasión en un mundo descreído, es la fidelidad en un mundo que desconfía siempre. Es el recuerdo en blanco y negro. Es la gira del ‘25, es acercarse al mundo, para que el Mundo sepa quiénes somos: los indicados. Porque es la diferencia de los que creen muchos, de que de un equipo grande es fácil hacerse hinchas. En La Boca es algo más profundo. Es para elegidos nacer bosteros
. Por eso festejamos eso día a día, y año a año como en cada uno de estos 110 años. Es el festejo del cuerpo. La entrega de la voz, las palmas ardidas de aplaudir, y los ojos húmedos de tanto vivir. Empaparse con papeles que caen desde lo alto. Es La Bombonera en 1940 y ahora. Es el sueño loco de cinco pibes. Es una plaza, un barrio. Es lo cotidiano. Es la vida misma… es el dormir y despertarse por Boca. Soñar como los fundadores, pero a cada momento, en cada comienzo de campeonato. Es reconocerte en el otro, en la República de la Boca. En un número 5. Porque somos diferentes, para nosotros un león en el medio, es más que uno de buen pie. Porque somos los bosteros y no renegamos de nuestro origen, ni de nuestra forma de ser. Porque somos lo que no quieren los otros
. Porque en un mundo extremadamente cuerdo, nadie entiende nuestra (tanta) locura. El carnaval a los que muchos se quieren sumar. Pero carnaval humilde, de abajo, por más que nos quieran hacer creer que somos vip, desde hace un tiempo. Somos la felicidad de los que no tienen nada, y a la vez tienen todo en Boca. No somos gente, somos pueblo. Eso es lo que amamos, que hay millones que se niegan a los cambios impuestos, y sigan latiendo por cómo siempre lo hizo nuestro Club. Somos el margen que banca a los márgenes, los pibes sin zapatillas en una villa que patean y gritan ¡Gol de Boca!, la periferia y que desde ella logramos todo. Eso es el mayor dolor, que siempre el pueblo gana y más si tiene la azul y oro en el alma. Porque nos cuesta, dejamos sangre y sudor, pero le ganamos a la adversidad. Porque Boca es eso, es la esperanza, la ilusión y el deseo en cada compra de entrada, cada fila de cuadras, en cada salida del equipo a la cancha. Me dirán que eso es el fútbol. Pero en Boca es más que eso: La magia con Román, la entrega con Serna, la astucia de Palermo, la rebeldía de Guillermo. Es la sabiduría de Bianchi, la eternidad de Maradona, la picardía de Rojas, el banderín arrugado de Rattín mostrando que Boca siempre le hace frente al poder. Somos la tradición. En la tribuna y en el juego. Jamás aceptaremos que no se cante, menos que se deje de luchar. Porque desde hace más de cien años, somos eso. La masa, el tipo que mantiene a su familia, los que se bancaron las inundaciones en La Boca, los siempre apartados, los siempre rebajados. Y desde allí, pudimos llegar a la cima. Eso es lo que más les duele y molesta. El revivir en cada controversia, el que todos vayamos sin peros, detrás de una bandera. La historia la quieren escribir diferente, pero siempre volverá a sus raíces. Porque Boca es eso: la raíz a la que se vuelve, es la casa, es la vieja. Es la familia. Es tu viejo, con el que lloraste, es tu vida. Porque nosotros vivimos a lo Boca. Resistiendo el cambio de nuestra casa, y que modifiquen la historia
. Porque somos grandes por la gente, y mucho más por la que no se ve, pero alienta y vive a miles de kilómetros en Argentina o en las peñas en el Mundo. Alguien pregunto una vez, ¿qué aman cuando dicen que aman a Boca? La respuesta fue: “Se ama todo, la historia. En Boca se ama el barrio, la mística, la forma de vivir que es Boca. Se ama ser pueblo, matarse para llegar a ganar. A jugadores también, como Rojas, Riquelme, Maradona. Como a Chicho Serna, a Gatti, a Palermo, a Varallo. Se ama la historia de los hinchas, hinchas famosos y graciosos. Se ama alocadamente ser parte de algo, pero no cualquier cosa. La sangre, la terquedad del “tano”. Se ama ser los mejores, y lo que se sufre para llegar a eso. El ir de punto y después inflar el pecho. Amamos el seguir una historia. Porque lo que vivimos nosotros, lo pasamos a las otras generaciones. Y allí, es seguir estando. Seguir yendo a la tribuna y quedarnos afónicos gritando. Es no esperar nada y entregarlo todo, porque ya Boca nos ha ganado de antemano. Porque la vida sin Boca sería una tristeza infinita. Porque si Boca no existiera más, la mitad de nosotros moriría. Por eso se lo ama. Porque es la mejor sensación en nuestra existencia
. Es amar el ser eterno, el querer ser eterno. Eso es Boca para mí, simple mortal que en esos minutos de felicidad con Boca le da cachetadas a la muerte.” Y eso se festeja, desde 110 años, cada 3 de abril.]]>