Boca Juniors le ganó a River Plate 2-0 en el primer Superclásico del año. Fue claramente superior y tuvo en Palermo a su figura: un gol y asistencia a Colazo.

El partido comenzó parejo. Boca intentaba ser preciso en la salida por los costados para buscar a Pablo Mouche y a partir de su velocidad generar peligro arriba.

Cuando todavía había pasado poco, Cristian Chávez se la dio a Mouche, el delantero devolvió para el volante, quien metió el centro que le quedó a Martín Palermo. El nueve, incómodo para definir, la soltó para Nicolás Colazo y el pibe sacó un preciso zurdazo que significó el 1-0. Se jugaban 10 minutos.

Durante los primeros 15, Boca tuvo más definidas sus intenciones y se esforzó una vez más por nunca perder el orden. Pasado ese momento del partido, por algunos minutos cedió la posesión del balón y River Plate provocó algunos problemas. Sobre los 20, Alexis Ferrero apareció por detrás de todos en un tiro de esquina y estuvo a punto de igualar las acciones. Por suerte, Javier García estuvo atento para quedarse con el remate. Más allá de ese intento, el rival no encontró grandes fisuras en la última línea Xeneize como para inquietar demasiado.

Fuera de ese pasaje del encuentro, el equipo de Julio César Falcioni impuso su idea todo el tiempo: fue mucho más claro y estuvo firme atrás. A los 32 minutos, Boca fue paciente para tener la pelota, Clemente Rodríguez la metió en el área para Palermo y el Titán cabeceó contra un palo. El intento de Juan Pablo Carrizo fue inútil y la ventaja era de dos.

El mediocampo fue otra pieza fundamental. Con Leandro Somoza y Diego Rivero como valuartes de la recuperación e inicio de las jugadas en un muy buen nivel, con Chávez y Colazo por los costados, veloces y perfectos socios para Mouche, más las proyecciones de los laterales, en especial Clemente, Boca tuvo muchas variantes para atacar, fue inteligente para usar los recursos y abroqueló muy bien a sus volantes y sus defensores para bloquear los circuitos de juego de los comandados tácticamente por Juan José López e impedirles hilvanar jugadas en ataque.

Boca siguió siendo muy superior en el comienzo del complemento. Acorraló a River Plate contra su arco y obligó a lucirse al arquero Carrizo. Un cabezazo bombeado de Palermo que casi se mete, pero el portero logró desviar y enseguida otra vez el goleador quedó mano a mano y nuevamente el guardavallas la despejó.

Quizá cansado por el esfuerzo físico realizado, Boca se retrasó un poco después de los 15 minutos de la parte final y dio lugar a algún intento de la formación riverplatense, que empezó a tener un poco más el balón. La ocasión más clara para el Millonario fue a través de un desborde de Roberto Pereyra, que la metió hacia adentro para Manuel Lanzini y nuevamente García respondió bien mandándola al corner.

Los últimos minutos fueron los de más trabajo para García, que nunca perdió la solvencia. Es que River Plate tuvo un tiro libre, ejecutado por Erick Lamela y que el arquero atajó con los puños de forma impecable, y un poquito después Jonatan Maidana de cabeza volvió a exigir a Javi, pero el hombre de negro tenía todo bajo control.

El equipo de López fue solo esos intentos del final, Boca fue mucho más que esos momentos de zozobra. Un equipo ordenado, sólido y con una idea bien definida. El Xeneize fue más, y ganó muy bien.