Luego de su regreso de la Selección Argentina Sub 23, Diego Martínez le dio una nueva tarea a Cristian Medina: encargarse de crear juego en la mitad de la cancha, un rol que Boca hace muchos años busca consolidar pero no lo consigue. ¿Podrá el joven de Moreno quebrar el maleficio?

En Boca, el emblema de creador de juego, también conocida como “enganche”, posición que a mi entender ya no existe más en el fútbol argentino, tiene una clara referencia al máximo ídolo de la institución: Juan Román Riquelme. Sin centrarnos en comparaciones absurdas con el nivel de un jugador totalmente diferente como él, el Xeneize no pudo consolidar a nadie en esa posición desde la salida del actual presidente del club.

En algunos casos, por el planteo del entrenador; en otros, por la poca constancia de estos denominados “habilidosos”. Pero lo cierto es que tanto grandes refuerzos, como juveniles prometedores, pasaron sin quedar en la historia grande de la institución. A continuación, un breve repaso.

Desde que Román no vistió más la camiseta azul y oro aparecieron varios jugadores que intentaron cumplir su rol. Uno de los primeros fue Luciano Acosta, quién hoy juega en la MLS: el volante asumió la responsabilidad con poca experiencia, pero su corta edad y el momento deportivo le terminó jugando en contra. Luego llegó Gonzalo Castellani, otro de los que no pudo hacer pie y jugó tan solo 23 partidos en el en Boca. El mediocampista venía de un buen presente en Godoy Cruz y su pasado en España hacía ilusionar a más de uno, aunque rápidamente esa esperanza se esfumó.

En 2015 fue el turno de Nicolas Lodeiro, el uruguayo que también llegó con muchas ilusiones al xeneize tras su paso por Corinthians. Todo hacía indicar que esa técnica y temperamento eran lo que Boca necesitaba, pero nunca consiguió dar su impronta al equipo. En total, el exNacional jugó 51 partidos y se consagró campeón del torneo local y la Copa Argentina 2015.

En convivencia con Lodeiro, apareció un juvenil de su misma nacionalidad, que intentó hacerse cargo del juego faltante. Tanto Rodolfo Arruabarrena como Guillermo Barros Schelotto vivían elogiándolo, pero en Boca nunca se pudo consolidar. El tiempo les dio la razón a ellos, y a la estructura de Jorge Raffo, que prometían que iba a ser la futura joya de Boca: Rodrigo Bentancur fue vendido a la Juventus y allí tuvo un gran paso, demostró cosas que en el Xeneize nunca pudo reflejar a lo largo de sus 66 partidos.

En esa época, otro de los que asomó fue Carlos Tevez, una bandera del equipo. No como generador de juego, pero sí como ese hombre referente a la hora de agarrar la pelota cuando los momentos no son fáciles, cosa que esos planteles no tenían.

En la temporada 2016/2017, ya con un equipo de Guillermo mucho más vertical, no había una figura de pausar el juego y tener la pelota bajo el botín. Ricardo Centurión junto a Carlitos eran los encargados de darle ese dinamismo. Otra esperanza en el hincha que tampoco se consolidó debido a situaciones personales y de mala conducta que hicieron que Ricky no tenga continuidad y tire por la borda la chance de ser comprado por el club.

En la temporada posteriorfue Edwin Cardona el refuerzo para intentar suplir esa falencia. Otro jugador habilidoso, que llegaba con grandes imágenes en los videos de presentación luego de su paso por Colombia y México, pero que la poca regularidad hizo que tampoco consiga ser bandera del equipo. En ese plantel también estaban Gonzalo Maroni y Emanuel “Bebelo” Reynoso, hombres que nunca tuvieron esa primera plana de responsabilidad.

En 2019, con Gustavo Alfaro como técnico, llegó Alexis Mac Allister a préstamo del Brighton. Un jugador que tuvo una buena labor y fue lo que llevó al club inglés a repescarlo antes de lo firmado. Al no poder incorporarlo, Boca aceptó la pronta salida a cambio de un ingreso extra. De todas maneras, Alfaro no diseñaba equipos para que los creadores de juego tengan la figura central, sino que apuntaba mucho más a las individualidades de Sebastián Villa o Cristian Pavón Pavón.

En el 2020 con Miguel Russo como DT era difícil encontrar a alguien con esas características. Carlos Tevez, Eduardo Salvio y Sebastián Villa fueron los encargados de generar peligro en el arco rival con un juego mucho más vertical, aunque en ocasiones sea el propio Apache el que intentó hacer jugar al equipo.

Meses después se produjo el regreso del ya mencionado Cardona y aparecen a sonar cada vez más fuerte en primera división dos juveniles que también hicieron ilusionar en Boca: Agustín Almendra y Aaron Molinas, quienes con desempeños personales completamente distintos se vieron unidos por el hecho de no reflejar lo que hacían en inferiores, pero en Primera.

En el 2022 será Oscar Romero el encargado de ocupar ese rol cada vez más necesario para Sebastián Battaglia y Hugo Ibarra, quienes no lograron consolidarlo con ninguno del plantel y se tuvieron que volcar a un equipo más individualista que colectivo. El paraguayo no desentonó en un plantel que logró consagrarse en torneos locales y Copa Argentina: en total, jugó 65 partidos en la primera de Boca, pero se fue sin explotar.

Luego de la salida de Romero y la contratación estelar de Edinson Cavani, Boca no trajo a un jugador con las características mencionadas. Con Jorge Almirón al mando, Cristian Medina intentó suplir esa ausencia, pero la venta de Alan Varela hizo que cambie de posición y termine jugando la Libertadores más recostado a su derecha.

Ahora, la gran apuesta para Diego Martínez será el juvenil oriundo de Moreno. Ya con más de 130 partidos en Primera División, el técnico considera que tiene la experiencia necesaria para darle esa responsabilidad. Elogiado por Sergio Agüero, quien sostuvo que “es un jugador espectacular y de muchísima calidad”, el hincha de Boca vuelve a ilusionarse con su fútbol, pero toma los recaudos necesarios ante los antecedentes cercanos.