En esta sección les presentaremos una serie de escritos que reflejan la pasión por Boca Juniors. En esta entrega, la pasión compartida entre padres e hijos.

Existen pocas cosas, que sean tan fuertes entre padres e hijos, como compartir la pasión por el fútbol. Esa cuestión de acercamiento desde chicos, motivo de abrazos sin descansos y llantos no mirados. En una sociedad donde el hombre no siempre dijo “te quiero”, el fútbol ha logrado que esas palabras, se conviertan en momentos de 90 minutos.

Existen pocas cosas como la forma de unión que da el fútbol y sobre todo Boca. Porque Boca para muchos es el viejo, el padre, el papá. Boca es esa camiseta híper chica que se ha regalado apenas se nació, o la pelota que fue el primer objeto, casi tan importante como la cuna.

La sensación de ir con un hijo a la cancha o ir con el padre, para saber cómo es, cuando le toque a uno. La complicidad de domingos por la tarde, las peleas con la madre por el nombre de la criatura, tratando de que lo de Boquita gane la partida. Es reconocerse y emparentarse dentro del círculo familiar, ya sea con el hijo o la hija… Porque Boca no conoce de sexos, y más en esa posta gloriosa que se pasa, de generación en generación. Sabe solo de amores, de los buenos…

Hoy los homenajeamos a ellos. Porque si bien “de Boca se nace”, la importancia del padre es vital. Muchas veces de chicos no sabemos lo que queremos y ellos nos ayudan con lo mejor. Ahí aparece Boca, forjador de la relación desde otra parte. Desde otra perspectiva. Cuando cada domingo regala momentos inolvidables. De esos, que siempre, siempre se recuerdan. Más cuando no están.

Boca es el viejo, gente. ¿Quién nos agarró fuerte la mano para subir las escaleras de La Bombonera? El primer y mejor periodista deportivo, que nos contó grandes hazañas, las características de grandes jugadores. Los hechos que hicieron grandes a nuestros colores… Boca es el viejo. Ese que a medida que pasa el tiempo, va pidiendo un nieto para tener nuevamente esa tarea docente, bostera. El que se emocionó cuando nosotros lo hicimos, el que puteó enseñándonos que esa era la manera de sacarse las broncas. Boca es el viejo, que siempre llegó con la primera camiseta, bajo el brazo. Y después de eso, ya nada volvería a ser igual…

El compañero eterno…

Hoy no es un día más. Por eso el homenaje a ellos es vital. Porque muchos son como Rubén. ¿Quién? Mi viejo.

El que me regaló la primera camiseta, el que con el tiempo fue dejando la posta de “ese periodista” para preguntarme a mí, las incidencias del partido y del club. El que me contó sobre mi primer regalo de la vida: una pelota con gajos amarillos y azules. El que resignificó cada regalo, pero más cuando era azul y oro. El que puteaba cuando perdía Boca, pero por como lloraba yo. El que se alegró con las vueltas olímpicas, pero más que nada por mí. El que se hizo más de Boca a medida que íbamos creciendo, dándonos cuenta cómo era esto de la pasión. El que llama apenas terminados los partidos, para saber cómo vimos al equipo…

Rubén, el pelado de Villa María que a todos cuenta con orgullo, sobre un libro hecho a Boca por mí. Cuando él tiene los mismos méritos. El que me agarró fuerte la mano cuando subíamos las escaleras y que me estrujó el alma, cuando nos vimos campeones de la Copa en La Bombonera.

El que siendo nadie, llegó hasta los directivos del Club, para que conociera a mis ídolos. Él, mi primer ídolo, corriéndose de ese lugar para darle el trono, por un momento a los que nos hicieron festejar tanto. El que sin querer me hizo conocer al “padre porteño” Pedro Lajst, fundador de “Boca La Causa”. Un verdadero hincha de Boca, en tiempos donde eso quieren que se pierda. En cada viaje, hablar con Pedro era entender más lo que había logrado mi viejo.

Mi viejo, el tipo que empapeló de Boca mi pieza, pero de su presencia mi vida. El que nunca me dejó solo. El que se quiso trompear con uno en un bar, por cargarme cuando tenía diez años. Pero sobre todo, el que me enseñó que el golpe no sirve. Que cuando se enojaba amenazaba con no dejarme ver a Boca y después… No podía con su genio.

Hoy es un homenaje a él, el de la camiseta primera, el que me acompaña en las buenas y en las malas. Con el que nos sentimos al lado, cuando la distancia no es corta. El de las chinelas arrastradas, por toda la casa. El de los mil y un sacrificios por nosotros, para ver a Boca, para viajar miles de kilómetros y cumplir lo soñado. El que sigue firme pase lo que pase, vaya donde vaya. El de la primera vez de ver a Boca, de ir a la cancha, de eso que nos acompañará por el resto de nuestras vidas. El de la bandera cábala, el de la pasión personalizada, el de la pelota bostera, el de la sonrisa sincera, el más grande de todos. Sin dudas mejor tipo que conoceré en todas las vivencias. El que me enseñó todo en la vida y lo sigue haciendo. Con el que me enojo, pero después recuerdo los abrazos, los momentos, los goles festejados, el rozar lo eterno. El estar más allá de nosotros mismos, cuando juega Boca.

El que me enseñó esto de ser padre y bostero… Él, que ahora será abuelo.