Luego de empatar 1 a 1, venció en los penales al Milan, por 4 a 3. Abbondanzieri atajó dos penales
, mientras que Viatri convirtió el gol del empate, a cuatro minutos del final.

Cuando faltaban minutos para el final de un partido de pocas emociones, la ofensiva de Boca presentaba un mar de dudas: ¿habrá realmente que buscar un delantero más? ¿Pueden Mouche y Viatri insertarse positivamente en el equipo titular? Con un poco más de pesimismo uno también se preguntaba por qué haber dejado ir a jugadores como Palacio y Figueroa, ideales para conformar las líneas de adelante. Pero en un momento inédito en los noventa minutos –no porque Boca no pudiera atacar, sino porque no encontraba vías contundentes para hacerlo-, y después de algunas aproximaciones producto del orden natural que instala Riquelme en todo el equipo, irrumpió Viatri entre los nervios, las preguntas y los temores. Un gran cabezazo y un festejo que representa la tranquilidad y la confianza que se le puede tener. ¿Y qué decir de Abbondanzieri y los penales?

Paulatinamente el equipo fue dando el presente.

Primero fue la línea de atrás. Milan presionó mucho menos que el Manchester, como así tampoco aceleró demasiado sus ataques (hubo también buenas noticias para el equipo italiano, en la vuelta de Ronaldinho como eje y mago), por lo cual, sobre la gran tarea de Sauro y Paletta, resaltaron los avances de Gunino y Krupoviesa, este último con el buen despliegue físico que viene mostrando últimamente. El medio se vio necesitado de una voz cantante, y Mouche, un potencial Barros Schelotto, no tuvo respaldo o acompañamiento. A no quemarlo en estas presencias. Del único error defensivo llegó el gol del Milan, un equipo sin los jugadores y la capacidad de liquidar de aquel que le quitó al Boca de Russo el Mundial de Clubes, pero que no logró aumentar la diferencia en el primer tiempo.

Las entradas de Battaglia e Insúa no disimularon la falta de ideas en ataque. El partido no ameritaba grandes esfuerzos -tranquilícese un poco, don Niembro- y el Milan se dedicó a intentar pasar a Boca con toques y sin vértigo. Riquelme y Palermo hicieron aplaudir a la gente, aunque algún paneo de la transmisión encontró a un hombre durmiendo, y Boca tomó la decisión de recuperar el partido. De repente arriba aparecieron jugadores, que empezaron a pasar la pelota, a avanzar con agresividad, y a los 41 minutos llegó la marca registrada, en una nueva versión: centro pasado de Insúa y cabezazo de Viatri.

Si a alguien le quedaban dudas sobre cómo tomarse los dos partidos de esta copa, ahí estuvo el saludo de Abbondanzieri con Ronaldinho. Viatri ratificó su filo intacto, y el Pato ahuyentó cualquier fantasma de reemplazo o despedida anticipada. Al final parece que hay un plantel que quiere ganar todo otra vez.

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