En esta sección les presentaremos una serie de escritos que reflejan la pasión por Boca Juniors. En esta entrega, festejamos los 107 años de nuestro querido club.

Y de golpe uno se encuentra sonriente. La cara se ilumina y es todo diferente. La Cañada en Córdoba es más hermosa de lo común y parece que el sol aparece en medio de las negras nubes. Parece cursilería, pero no lo es. En esos días en que a uno le cuesta levantarse y necesita su tiempo para ponerle una buena cara a la jornada, con tan poco uno se conforma. Eso “poco” es por la circunstancia. Quiero decir para nosotros es mucho, para muchos es todo, pero para todos es algo y muy importante.

Algo tan básico como una remera de Boca, es lo que me genera una sonrisa en los días donde no abundan. Me pasa, no sé si a todos. No sé cuál es la explicación científica de eso. De que me quede mirando como un bobo  a la gente que lleva una remera azul y amarilla. Creo que es identidad. Creo que es orgullo. Estoy seguro es identidad y orgullo…

Una identidad que nació hace 107 años… Pero más atrás en el tiempo también.

Tratemos de entender que identidad, para continuar, es algo consciente, a diferencia de la cultura que no lo es y que se basa en oposiciones simbólicas. Es decir al mismo tiempo es inclusión y exclusión, dentro del entorno social donde el individuo se relaciona. Inclusión para identificar al grupo, exclusión para distinguirse de otros grupos que son diferentes.

Puede que caiga en el error de recortar un análisis demasiado importante, pero no me quiero extender en esto. Básicamente todas las teorías hablan de la identidad como “lo propio”, desde lo cultural. Desde lo subjetivista la identidad se hace en la sociedad, se  construye y reconstruye constantemente. Aunque según Barth, debe analizarse más que nada la identificación que es afirmar la identidad. Es identificarme con una camiseta de Boca, porque ahí afirmo mi identidad.

Menos académico, pero más cercano sería hablar de la identidad de Boca. De lo que nos hizo ser como somos, desde la llegada de inmigrantes, en su mayoría genoveses a La Boca y como fuimos aprendiendo a llevarnos bien con eso. A ser populares, a formar la cantidad de hinchas que fuimos y seremos en toda la historia. Las epidemias que afectaron a los más humildes del barrio y que formaron esa solidaridad que siempre se vio entre los hinchas y en los equipos de Boca. Esa identificación que te hace comenzar a charlar de otra forma con alguien nuevo en una reunión porque se sabe que es bostero. Tener ese sentimiento de pertenencia, de “lo propio” que nos enorgullece cada vez que hablamos de Boca. Que nos infla el pecho.

Tal como en los partidos, en la vida somos bosteros. Dejando la vida en cada jugada, o jugándonoslas hasta el último en cada momento de la vida. Porque nos gusta la adversidad y allí encontramos el lugar perfecto para salir adelante. Transpirando la camiseta de una forma especial.

Por eso ese 3 de abril de 1905 cuando 5 soñadores se sentaron en la Plaza Solís, no sólo estaban formando a Boca. Formaban una forma de ser, de sentir, de vivir, de reconocerse en el otro que lleva tus colores. De saberte en un nivel superior y no por pedantería sino por la forma en que la vida nos hizo. Valorar más lo que tenemos por la forma en que lo alcanzamos, haber sido el primer Club en cruzar el Océano para enfrentar a europeos y venir gloriosos. Ir contra todos los pronósticos siempre y darlos vuelta en favor de nuestra historia.

Es saber que la música de cada domingo nos acerca un poco más a esa casa, a ese templo que nos espera y nos recibe. Vayamos todos los domingos o de vez en cuando. O que nunca vayamos. Nuestra identidad va más allá de un partido, es día a día. Es en todo momento. Es cuando nos ponemos la ropa del Club o cuando discutimos. Es cuando nos atacan y nos defendemos. Es cuando nos acostamos y soñamos por un momento ser los jugadores que son ovacionados en el verde césped.

Pero a la vez es algo muy difícil de explicar. Ningún académico, científico nos entendería. Porque nuestra identidad va más allá de cualquier investigación. Porque Boca es tu abuelo, es tu viejo. Tu tío que prevaleció sobre los que te querían hacer seguir una tradición de otros colores. Es la primera vez que te llevaron a la cancha y ese rugir te erizó el alma, te puso la piel de pollo. Te movió todas las cosas que se podían mover. Tu mundo, sobretodo.

Porque es el pibe que tiene la remera de Boca, y me hace ver a La Cañada diferente. Es llorar y reis. Gritar y sufrir. Es algo que no cabe en las palabras. Es algo que se siente. Pero de una forma especial. Por eso nos diferenciamos del resto. Es Boca, es nuestro Norte. Nuestro cielo con sus 51 estrellas. Muchas, la mayoría de las cantidades. Es nuestra religión, nuestra identidad. Esa identidad que se necesita para decir nosotros no somos los otros y los otros no son nosotros. No de forma negativa, sino de reconocernos. De demostrarnos quienes somos. Esa identidad que crece y que cada 3 de abril se remarca…

¡FELIZ CUMPLE BOSTEROS!

GRACIAS POR COMPARTIR ESTE MARAVILLOSO SENTIMIENTO…

 

P.D: SI QUIEREN LEER UN ARTÍCULO MAGNÍFICO DE LA IDENTIDAD DE BOCA, DE LA QUE NO PUDE SACAR MUCHOS DATOS PARA NO EXTENDERME, VAYAN A ESTA NOTA…

http://lapassucci.blogspot.com.ar/2011/08/el-origen-de-boca-la-envidia-de-river.html