Boca todavía no sabe a qué y cómo quiere jugar. Primero el sistema, luego los nombres. Alfaro tiene mucho trabajo por delante.


El momento que atraviesa Boca es complicado. Algunos piden paciencia, otros aseguran que es una etapa de transición y también están los que sostienen que las buenas ya van a venir. Sin embargo, las secuelas de Madrid todavía duran y el efecto de haber perdido la final de la Copa Libertadores aún hace daño.

La llegada de Gustavo Alfaro renovó los aires. El entrenador se adaptó rápido al bravo mundo Boca, dominó las conferencias de prensas, cosechó algunos buenos resultados pero todavía no dejó en claro qué es lo que busca para su equipo. Por el momento, los nombres están por encima de los esquemas y el segundo tiempo vs. Atlético Tucumán fue el claro ejemplo: el Xeneize terminó jugando 4-2-4 sin generar sociedades.


El DT lleva menos de dos meses al frente del primer equipo de Boca y todavía tiene crédito abierto, pero la gente comenzará a exigir cada vez un poco más. El equipo de Alfaro quedó muy lejos de conseguir el tricampeonato y ahora buscará terminar la Superliga lo más arriba posible para clasificar a la Copa 2020. Luego se vendrá la Copa de la Superliga, la Supercopa Argentina y la edición actual de la Libertadores. No hay margen de error.

Con Andrada en el arco encontró seguridad; con Marcone y Nández, el equilibrio justo para el mediocampo y con Benedetto, los goles y la calidad de un 9 que tiene nivel europeo. El resto es toda una incógnita y ahí estará el trabajo del Lechuga, que primero deberá definir cómo y a qué quiere jugar para luego seleccionar a sus mejores hombres.

¿Será 4-3-1-2 con Reynoso de enlace y arriba Mauro y Pipa? ¿Será 4-3-3 con tres volantes de marca, dos extremos y un centrodelantero? ¿Será de otra forma? Por ahora, más dudas que certezas. El fútbol no es tan difícil y Alfaro lo sabe, por eso llegó el momento de afianzar una idea y defenderla, por lo menos, durante un par de partidos. Cambiar todo el tiempo quita confianza.